Albaricoque

Quizás muchos ya os estéis frotando las manos ante el amplio abanico de nuevas frutas que comienza asomar con la llegada de la primavera. Uno de los primeros en lucir palmito es el albaricoque, una fruta que es todo un portento nutricional y cuyo sabor encandila a muchos consumidores. No en vano, su currículum de vitaminas es de los que quita el hipo: vitaminas A, C, folato o B9, niacina o B3, riboflavina o B2, tiamina o B1 y piridoxina o B6. A este elenco se suman también los minerales, como el potasio, el fósforo, el calcio, el hierro, el selenio y el zinc. La fibra tampoco quiere faltar a la cita. No olvidemos que esta última es básica en nuestra salud y gracias al consumo de esta fruta nos resultará un poco más fácil, a la par que delicioso, cumplir las recomendaciones diarias de 25 miligramos de la Organización Mundial de la Salud.
El albaricoque es originario de zonas templadas de Asia como Corea del Norte o Manchuria. El Imperio romano lo trajo a Europa gracias a sus conquistas y a las rutas de comercio abiertas con Asia. Desde entonces, crece en nuestra geografía, donde podemos degustarlo a finales de la primavera.
Una de las claves de la calidad de un albaricoque es su estado de madurez. Lo cierto es que esta fruta necesita hacerlo en el árbol para adquirir sus cualidades y su gusto característico. De ello depende también el nivel de azúcares, su acidez o su firmeza. De esta manera, una recolección prematura impedirá la evolución del fruto, mientras que hacerlo de manera tardía puede suponer un ablandamiento rápido del mismo, además de algunas dificultades para su almacenamiento, transporte y distribución.
La versatilidad de esta fruta nos permite degustarla tal cual o lanzarnos a la preparación de auténticas virguerías gastronómicas, como mermeladas caseras, compotas, dulces o galletas.
Quienes crean que los albaricoques apenas presentan variedades se equivocan de pleno, pues podemos encontrar infinidad de clases. Algunas de ellas, por cierto, han sido obtenidas durante los últimos años con el propósito de lograr una fruta capaz de resistir el virus de la sharka, que está diezmando la producción en el Levante español.
La Huertica cultiva variedades tradicionales, porque son las que ponían nuestros padre y abuelos, como los Valencianos, Mayeros, Mauricios o Búllidas, sensibles a la Sharka pero mil veces mejores de sabor.
Las nuevas clases como los de clase Cebas o Mirlos no han cuajado en nuestras tierras y están todos los agricultores arrancando albaricoqueros