¿Paraguaya o Paraguayo? Y tú ¿Cómo los llamas?
El nombre real y científico del paraguayo es prunus pérsica var. Platycarpa y, como puedes comprobar, nada tiene que ver con Paraguay y su gentilicio, de hecho, en Latinoamérica esta delicia es casi desconocida. Sin embargo, el árbol del que se recoge, se le conoce como ‘paraguayo’ o ‘melocotonero paraguayo’, mientras que a su fruta o fruto se le llama en femenino o masculino, indistintamente. De hecho, no hemos encontrado razones y/o distinciones geográficas en el uso de su nombre en un género u otro así que, llegados a este punto, la llames como la llames da igual, lo importante es que… ¡está deliciosa y es muy saludable!
El paraguayo o paraguaya, fruta peculiar donde las haya, es una variante o mutación del melocotón y procede de China, por lo que es una hermana melliza de la nectarina. Tiene características similares: mismos colores, de carne jugosa, aunque más carnosa y de sabor más dulce; y con la piel aterciopelada, pero de tamaño más pequeño y forma más aplastada, de ahí que también se le conozca como ‘chato’ como los llamamos aquí en Murcia.
La cosecha de los paraguayos o paraguayas comienza en el mes de mayo, se prolonga hasta septiembre y necesita suelos con mucha sal, libres de caliza y mucha agua. Así, podemos disfrutarlos desde un poco antes del verano, mediados de junio más o menos, hasta casi la llegada del otoño.
Hay diferentes variedades que se distinguen por su pulpa, que puede ser más blanca, amarillenta o anaranjada, con vetas rojas o no. Su piel puede ser más rojiza o verdosa y el hueso puede estar más o menos pegado a la carne. ¡Todas son deliciosas!
La paraguaya es un producto climatérico, es decir, madura después de la cosecha. Por lo tanto, tenemos que llevar especial cuidado con su conservación:
- Si está más entero de lo normal lo podemos dejar fuera de la nevera, en un lugar frío y seco, sin contacto con la luz directa.
- Al contrario, si lo compramos en su punto ideal de maduración, mejor conservarlo dentro de la nevera separado de otros alimentos.
Beneficios y propiedades
Como casi todas las frutas con hueso, los paraguayos son frutas llamativas, aromáticas, apetitosas y que aportan grandes cantidades de fibra, vitaminas (C, A, B1, B2 y B6) y minerales (potasio, fósforo, magnesio, azufre, hierro y calcio). Su alto contenido en agua ayuda a hidratar el organismo, contribuyendo también al buen funcionamiento intestinal.
Es una fruta muy baja en calorías y muy rica en carotenos, con muchas propiedades anticancerígenas y antioxidantes. Además, su consumo ayuda a prevenir estados de ansiedad, estrés y/o nerviosismo, problemas de estómago, además de proteger los dientes, la vista y la piel.
Si tuviéramos que destacar algo sobre los beneficios y propiedades de esta fruta, diría que es un alimento repleto de antioxidantes. Es decir, que contiene una gran cantidad de carotenos. Éstos, se tratan de una sustancia que son un potente aliado para combatir a los problemas con el estómago.
Pero, no es únicamente la nectarina con el único alimento con el que comparte similitudes. La paraguaya y el melocotón, poseen características nutricionales similares. Tienen grandes cantidades de agua y fibra en la piel de ambas frutas.
Otro de los beneficios de la paraguaya, es que contiene muchas vitaminas: C, A, B1, B2 y B6. Adicionalmente, tiene potasio, fósforo, magnesio, azufre, hierro y calcio. Lo que hace de la paraguaya, una fruta excepcional para proteger la piel, la vista y los dientes.
Y si retenemos líquidos, la paraguaya también puede sernos de utilidad. La razón de esto, es que la fibra que se encuentra en la piel de la paraguaya tiene un alto valor depurativo. Es decir, que es de gran ayuda a regular el tránsito intestinal y evitar el estreñimiento.
Pero mejor que yo te lo cuente es que tú lo descubras. ¡Salud!

Quizás muchos ya os estéis frotando las manos ante el amplio abanico de nuevas frutas que comienza asomar con la llegada de la primavera. Uno de los primeros en lucir palmito es el albaricoque, una fruta que es todo un portento nutricional y cuyo sabor encandila a muchos consumidores. No en vano, su currículum de vitaminas es de los que quita el hipo: vitaminas A, C, folato o B9, niacina o B3, riboflavina o B2, tiamina o B1 y piridoxina o B6. A este elenco se suman también los minerales, como el potasio, el fósforo, el calcio, el hierro, el selenio y el zinc. La fibra tampoco quiere faltar a la cita. No olvidemos que esta última es básica en nuestra salud y gracias al consumo de esta fruta nos resultará un poco más fácil, a la par que delicioso, cumplir las recomendaciones diarias de 25 miligramos de la Organización Mundial de la Salud.
El albaricoque es originario de zonas templadas de Asia como Corea del Norte o Manchuria. El Imperio romano lo trajo a Europa gracias a sus conquistas y a las rutas de comercio abiertas con Asia. Desde entonces, crece en nuestra geografía, donde podemos degustarlo a finales de la primavera.
Una de las claves de la calidad de un albaricoque es su estado de madurez. Lo cierto es que esta fruta necesita hacerlo en el árbol para adquirir sus cualidades y su gusto característico. De ello depende también el nivel de azúcares, su acidez o su firmeza. De esta manera, una recolección prematura impedirá la evolución del fruto, mientras que hacerlo de manera tardía puede suponer un ablandamiento rápido del mismo, además de algunas dificultades para su almacenamiento, transporte y distribución.
La versatilidad de esta fruta nos permite degustarla tal cual o lanzarnos a la preparación de auténticas virguerías gastronómicas, como mermeladas caseras, compotas, dulces o galletas.
Quienes crean que los albaricoques apenas presentan variedades se equivocan de pleno, pues podemos encontrar infinidad de clases. Algunas de ellas, por cierto, han sido obtenidas durante los últimos años con el propósito de lograr una fruta capaz de resistir el virus de la sharka, que está diezmando la producción en el Levante español.
La Huertica cultiva variedades tradicionales, porque son las que ponían nuestros padre y abuelos, como los Valencianos, Mayeros, Mauricios o Búllidas, sensibles a la Sharka pero mil veces mejores de sabor.
Las nuevas clases como los de clase Cebas o Mirlos no han cuajado en nuestras tierras y están todos los agricultores arrancando albaricoqueros